All of old. Nothing else ever. Ever tried. Ever failed. No matter. Try again. Fail again. Fail better.

Nothing else ever

Archive for May 2009

Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU

Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

Este…. creo que más claro imposible, ¿no?

Written by porlaverdad3

31/05/2009 at 00:38

¡Porlaverdad3 cumple 6 meses y lo festeja con NIÑAS! (OK, no) (lo de las niñas) (sí lo festejamos)

Porlaverdad3 cumple sus primeros 6 meses (medio añito) de vida el 2 de junio y lo festeja a lo loco. Tiramos la casa por la ventana y vamos a estar regalando:

4.000.000 de DVDs de “The Woodsman”

8.000.000 de CDs de Michael Jackson

25.000.000 de libros de Lewis Carrol

Un billón de entradas para conciertos de Massive Attack, The Who y Gary Glitter con pases VIPs para el Backstage

100 posters de Elle Fanning

4.959.726.598.061.919.174 de posters de Dakota Fanning

Y nuestro premio especial: ¡un viaje a Disneylandia con TODO incluido!

No pueden decir que no nos portamos, ¿no?

Para participar por estos premios tan sólo dejen su comentario –sí, a VOS te digo, que nunca firmás, putazo- opinando qué les parece este blog, cómo les cambió la vida, si tienen fantasías homosexuales con su autor, si creen que Joshua se la come, si estarían dispuestos a donar unos pesos, y, sobre todo, responder correctamente a la pregunta ¿Elle o Dakota?

¡Así que OPINEN y participen por los premios! ¡No digan que no les avisamos!

Written by porlaverdad3

28/05/2009 at 03:01

Publicado en Miscelanea

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«La biblioteca de Babel», de Borges

Para un amigo que me preguntó ¿quién es Borges? Posiblemente el más fantasmagórico y desolador de los cuentos de Ficciones.

El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente.

La distribución de las galerías es invariable. Veinte anaqueles, a cinco largos anaqueles por lado, cubren todos los lados menos dos; su altura, que es la de los pisos, excede apenas la de un bibliotecario normal. Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera y a todas. A izquirda y a derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos.

Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las necesidades finales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia lo remoto. En el zaguán hay un espejo, que fielmente duplica las apariencias. Los hombres suelen inferir de ese espejo que la Biblioteca no es infinita (si lo fuera realmente ¿a qué esa duplicación ilusoria?); yo prefiero soñar que las superficies bruñidas figuran y prometen el infinito… La luz procede de unas frutas esféricas que llevan el nombre de lámparas. Hay dos en cada hexágono: transversales. La luz que emiten es insuficiente, incesante

Como todos los hombres de la Biblioteca, he viajado en mi juventud; he peregrinado en busca de un libro, acaso del catálogo de catálogos; ahora que mis ojos casi no pueden descifrar lo que escribo, me preparo a morir a unas pocas leguas del hexágono en que nací. Muerto, no faltarán manos piadosas que me tiren por la baranda; mi sepultura será el aire insondable; mi cuerpo se hundirá largamente y se corromperá y disolverá en el viento engendrado por la caída, que es infinita.

Yo afirmo que la Biblioteca es interminable. Los idealistas arguyen que las salas hexagonales son una forma necesaria del espacio absoluto o, por lo menos, de nuestra intuición del espacio. Razonan que es inconcebible una sala triangular o pentagonal. (Los místicos pretenden que el éxtasis les revela una cámara circular con un gran libro circular de lomo continuo, que da toda la vuelta de las paredes; pero su testimonio es sospechoso; sus palabras, oscuras. Ese libro cíclico es Dios.) Básteme, por ahora, repetir el dictamen clásico: La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible.

A cada uno de los muros de cada hexágono corresponden cinco anaqueles; cada anaquel encierra treinta y dos libros de formato uniforme; cada libro es de cuatrocientas diez páginas; cada página, de cuarenta renglones; cada renglón, de unas ochenta letras de color negro. También hay letras en el dorso de cada libro; esas letras no indican o prefiguran lo que dirán las páginas. Sé que esa inconexión, alguna vez, pareció misteriosa. Antes de resumir la solución (cuyo descubrimiento, a pesar de sus trágicas proyecciones, es quizá el hecho capital de la historia) quiero rememorar algunos axiomas.

El primero: La Biblioteca existe ab aeterno. De esa verdad cuyo colorario inmediato es la eternidad futura del mundo, ninguna mente razonable puede dudar. El hombre, el imperfecto bibliotecario, puede ser obra del azar o de los demiurgos malévolos; el universo, con su elegante dotación de anaqueles, de tomos enigmáticos, de infatigables escaleras para el viajero y de letrinas para el bibliotecario sentado, sólo puede ser obra de un dios. Para percibir la distancia que hay entre lo divino y lo humano, basta comparar estos rudos símbolos trémulos que mi falible mano garabatea en la tapa de un libro, con las letras orgánicas del interior: puntuales, delicadas, negrísimas, inimitablemente simétricas.(1)

El segundo: El número de símbolos ortográficos es veinticinco. Esa comprobación permitió, hace trescientos años, formular una teoría general de la Biblioteca y resolver satisfactoriamente el problema que ninguna conjetura había descifrado: la naturaleza informe y caótica de casi todos los libros. Uno, que mi padre vio en un hexágono del circuito quince noventa y cuatro, constaba de las letras MCV perversamente repetidas desde el renglón primero hasta el último. Otro (muy consultado en esta zona) es un mero laberinto de letras, pero la página penúltima dice Oh tiempo tus pirámides. Ya se sabe: por una línea razonable o una recta noticia hay leguas de insensatas cacofonías, de fárragos verbales y de incoherencias. (Yo sé de una región cerril cuyos bibliotecarios repudian la supersticiosa y vana costumbre de buscar sentido en los libros y la equiparan a la de buscarlo en los sueños o en las líneas caóticas de la mano… Admiten que los inventores de la escritura imitaron los veinticinco símbolos naturales, pero sostienen que esa aplicación es casual y que los libros nada significan en sí. Ese dictamen, ya veremos no es del todo falaz.)

Durante mucho tiempo se creyó que esos libros impenetrables correspondían a lenguas pretéritas o remotas. Es verdad que los hombres más antiguos, los primeros bibliotecarios, usaban un lenguaje asaz diferente del que hablamos ahora; es verdad que unas millas a la derecha la lengua es dialectal y que noventa pisos más arriba, es incomprensible. Todo eso, lo repito, es verdad, pero cuatrocientas diez páginas de inalterables M C V no pueden corresponder a ningún idioma, por dialectal o rudimentario que sea. Algunos insinuaron que cada letra podia influir en la subsiguiente y que el valor de MCV en la tercera línea de la página 71 no era el que puede tener la misma serie en otra posición de otra página, pero esa vaga tesis no prosperó. Otros pensaron en criptografías; universalmente esa conjetura ha sido aceptada, aunque no en el sentido en que la formularon sus inventores.

Hace quinientos años, el jefe de un hexágono superior (2) dio con un libro tan confuso como los otros, pero que tenía casi dos hojas de líneas homogéneas. Mostró su hallazgo a un descifrador ambulante, que le dijo que estaban redactadas en portugués; otros le dijeron que en yiddish. Antes de un siglo pudo establecerse el idioma: un dialecto samoyedo-lituano del guaraní, con inflexiones de árabe clásico.

También se descifró el contenido: nociones de análisis combinatorio, ilustradas por ejemplos de variaciones con repetición ilimitada. Esos ejemplos permitieron que un bibliotecario de genio descubriera la ley fundamental de la Biblioteca. Este pensador observó que todos los libros, por diversos que sean, constan de elementos iguales: el espacio, el punto, la coma, las veintidós letras del alfabeto. También alegó un hecho que todos los viajeros han confirmado: No hay en la vasta Biblioteca, dos libros idénticos.

De esas premisas incontrovertibles dedujo que la Biblioteca es total y que sus anaqueles registran todas las posibles combinaciones de los veintitantos símbolos ortográficos (número, aunque vastísimo, no infinito) o sea todo lo que es dable expresar: en todos los idiomas. Todo: la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basilides, el comentario de ese evangelio, el comentario del comentario de ese evangelio, la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada libro en todos los libros, el tratado que Beda pudo escribir (y no escribió) sobre la mitología de los sajones, los libros perdidos de Tácito.

Cuando se proclamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y secreto. No había problema personal o mundial cuya elocuente solución no existiera: en algún hexágono. El universo estaba justificado, el universo bruscamente usurpó las dimensiones ilimitadas de la esperanza. En aquel tiempo se habló mucho de las Vindicaciones: libros de apología y de profecía, que para siempre vindicaban los actos de cada hombre del universo y guardaban arcanos prodigiosos para su porvenir. Miles de codiciosos abandonaron el dulce hexágono natal y se lanzaron escaleras arriba, urgidos por el vano propósito de encontrar su Vindicación. Esos peregrinos disputaban en los corredores estrechos, proferían oscuras maldiciones, se estrangulaban en las escaleras divinas, arrojaban los libros engañosos al fondo de los túneles, morían despeñados por los hombres de regiones remotas. Otros se enloquecieron… Las Vindicaciones existen (yo he visto dos que se refieren a personas del porvenir, a personas acaso no imaginarias) pero los buscadores no recordaban que la posibilidad de que un hombre encuentre la suya, o alguna pérfida variación de la suya, es computable en cero.

También se esperó entonces la aclaración de los misterios básicos de la humanidad: el origen de la Biblioteca y del tiempo. Es verosímil que esos graves misterios puedan explicarse en palabras: si no basta el lenguaje de los filósofos, la multiforme Biblioteca habrá producido el idioma inaudito que se requiere y los vocabularios y gramáticas de ese idioma. Hace ya cuatro siglos que los hombres fatigan los hexágonos… Hay buscadores oficiales, inquisidores. Yo los he visto en el desempeño de su función: llegan siempre rendidos; hablan de una escalera sin peldaños que casi los mató; hablan de galerías y de escaleras con el bibliotecario; alguna vez, toman el libro más cercano y lo hojean, en busca de palabras infames. Visiblemente, nadie espera descubrir nada.

A la desaforada esperanza, sucedió, como es natural, una depresión excesiva. La certidumbre de que algún anaquel en algún hexágono encerraba libros preciosos y de que esos libros preciosos eran inaccesibles, pareció casi intolerable. Una secta blasfema sugirió que cesaran las buscas y que todos los hombres barajaran letras y símbolos, hasta construir, mediante un improbable don del azar, esos libros canónicos. Las autoridades se vieron obligadas a promulgar órdenes severas. La secta desapareció, pero en mi niñez he visto hombres viejos que largamente se ocultaban en las letrinas, con unos discos de metal en un cubilete prohibido, y débilmente remedaban el divino desorden.

Otros, inversamente, creyeron que lo primordial era eliminar las obras inútiles. Invadían los hexágonos, exhibían credenciales no siempre falsas, hojeaban con fastidio un volumen y condenaban anaqueles enteros: a su furor higiénico, ascético, se debe la insensata perdición de millones de libros. Su nombre es execrado, pero quienes deploran los «tesoros» que su frenesí destruyó, negligen dos hechos notorios. Uno: la Biblioteca es tan enorme que toda reducción de origen humano resulta infinitesimal. Otro: cada ejemplar es único, irreemplazable, pero (como la Biblioteca es total) hay siempre varios centenares de miles de facsímiles imperfectos: de obras que no difieren sino por una letra o por una coma. Contra la opinión general, me atrevo a suponer que las consecuencias de las depredaciones cometidas por los Purificadores, han sido exageradas por el horror que esos fanáticos provocaron. Los urgía el delirio de conquistar los libros del Hexágono Carmesí: libros de formato menor que los naturales; omnipotentes, ilustrados y mágicos.

También sabemos de otra superstición de aquel tiempo: la del Hombre del Libro. En algún anaquel de algún hexágono (razonaron los hombres) debe existir un libro que sea la cifra y el compendio perfecto de todos los demás: algún bibliotecario lo ha recorrido y es análogo a un dios. En el lenguaje de esta zona persisten aún vestigios del culto de ese funcionario remoto. Muchos peregrinaron en busca de Él.

Durante un siglo fatigaron en vano los más diversos rumbos. ¿Cómo localizar el venerado hexágono secreto que lo hospedaba? Alguien propuso un método regresivo: Para localizar el libro A, consultar previamente un libro B que indique el sitio de A; para localizar el libro B, consultar previamente un libro C, y así hasta lo infinito… En aventuras de ésas, he prodigado y consumido mis años. No me parece ínverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total (3); ruego a los dioses ignorados que un hombre—¡uno solo, aunque sea, hace miles de años!—lo haya examinado y leído. Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique.

Afirman los impíos que el disparate es normal en la Biblioteca y que lo razonable (y aun la humilde y pura coherencia) es una casi milagrosa excepción. Hablan (lo sé) de «la Biblioteca febril, cuyos azarosos volúmenes corren el incesante albur de cambiarse en otros y que todo lo afirman, lo niegan y lo confunden como una divinidad que delira». Esas palabras que no sólo denuncian el desorden sino que lo ejemplifican también, notoriamente prueban su gusto pésimo y su desesperada ignorancia.

En efecto, la Biblioteca incluye todas las estructuras verbales, todas las variaciones que permiten los veinticinco símbolos ortográficos, pero no un solo disparate absoluto. Inútil observar que el mejor volumen de los muchos hexágonos que administro se titula Trueno peinado, y otro El calambre de yeso y otro Axaxaxas mlö. Esas proposiciones, a primera vista incoherentes, sin duda son capaces de una justificación criptográfica o alegórica; esa justificación es verbal y, ex hypothesi, ya figura en la Biblioteca. No puedo combinar unos caracteres

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que la divina Biblioteca no haya previsto y que en alguna de sus lenguas secretas no encierren un terrible sentido. Nadie puede articular una sílaba que no esté llena de ternuras y de temores; que no sea en alguno de esos lenguajes el nombre poderoso de un dios. Hablar es incurrir en tautologías. Esta epístola inútil y palabrera ya existe en uno de los treinta volúmenes de los cinco anaqueles de uno de los incontables hexágonos—y también su refutación. (Un número n de lenguajes posibles usa el mismo vocabulario; en algunos, el símbolo biblioteca admite la correcta definición ubicuo y perdurable sistema de galerías hexagonales, pero biblioteca es pan o pirámide o cualquier otra cosa, y las siete palabras que la definen tienen otro valor. Tú, que me lees, ¿estás seguro de entender mi lenguaje?).

La escritura metódica me distrae de la presente condición de los hombres. La certidumbre de que todo está escrito nos anula o nos afantasma. Yo conozco distritos en que los jóvenes se prosternan ante los libros y besan con barbarie las páginas, pero no saben descifrar una sola letra. Las epidemias, las discordias heréticas, las peregrinaciones que inevitablemente degeneran en bandolerismo, han diezmado la población. Creo haber mencionado los suicidios, cada año más frecuentes. Quizá me engañen la vejez y el temor, pero sospecho que la especie humana—la única— está por extinguirse y que la Biblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta.

Acabo de escribir infinita. No he interpolado ese adjetivo por una costumbre retórica; digo que no es ilógico pensar que el mundo es infinito. Quienes lo juzgan limitado, postulan que en lugares remotos los corredores y escaleras y hexágonos pueden inconcebiblemente cesar—lo cual es absurdo. Quienes lo imaginan sin límites, olvidan que los tiene el número posible de libros. Yo me atrevo a insinuar esta solución del antiguo problema: La biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero la atravesara en cualquier dirección, comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden (que, repetido, sería un orden: el Orden). Mi soledad se alegra con esa elegante esperanza.(4)

Mar del Plata, 1941

(1) El manuscrito original no contiene guarismos o mayúsculas. La puntuación ha sido limitada al la coma y al punto. Esos dos signos, el espacio y las veintidós letras del alfabeto son los veinticinco símbolos suficientes que enumera el desconocido. (Nota del Editor). (volver)

(2) Antes, por cada tres hexágonos había un hombre. El suicidio y las enfermedades pulmonares han destruido esa proporción. Memoria de indecible melancolía: A veces he viajado muchas noches por corredores y escaleras pulidas sin hallar un solo bibliotecario. (volver)

(3) Lo repito: basta que un libro sea posible para que exista. Sólo está excluido lo imposible. Por ejemplo: ningún libro es también una escalera, aunque sin duda hay libros que discuten y niegan y demuestran esa posibilidad y otros cuya estructura corresponde a la de una escalera. (volver)

(4) Letizia Álvarez Toledo ha observado que la vasta Biblioteca es inútil; en rigor, bastaría un solo volumen, de formato común, impreso en cuerpo nuevo o cuerpo diez, que constara de un número infinito de hojas infinitamente delgadas. (Cavalieri, a principios del siglo XVII, dijo que todo cuerpo sólido es la superposición de un número infinito de planos.) El manejo de ese vademecun sedoso no sería cómodo: cada hoja aparentemente se desdoblaría en otras análogas; la inconcebible hoja central no tendría revés.

Written by porlaverdad3

26/05/2009 at 00:59

«Whatever you love, you are», de Dirty Three

Whatever you Love, you are

Dirty Three –un trío australiano de violín, guitarra y batería- le presta atención en su disco de 2000, “Whatever You Love, You Are” a la rama del post-rock ubicada un poco a las antípodas de Tortoise: mientras que la música de estos es, ante todo, extremadamente rítmica (producto de sus influencias del minimalismo la electrónica y el dub), los Dirty Three le ponen especial énfasis a la melodía, especialmente las melancólicas, los climas reposados, soñadores y, salvo excepciones, frescos, elegantes, bucólicos (la excepción es la tristísima “Some Summers They Drop Like Flys”). En Whatever You Love el violín es el verdadero protagonista, y en “Some Summers…” se dedica a lamentarse (insistente y cansadoramente) mientras pinta una especie de melodía oriental. En “I Really Should’ve Gone out Last Night” (el mejor tema del disco, lejos) es mucho más claro, luminoso y accesible, en una canción que abre y cierra con arreglos de cuerdas dulcísimos. “I Offered It up to the Stars & the Night Sky” parece una pieza de post.rock convencional, llevada casi únicamente por la batería y un violín mucho más desquiciado, con el “in crescendo” y un tono “épico” típico en algunas bandas del género (ciertamente no en Tortoise). “Some Things I Just Don’t Want to Know” es curiosa porque elude casi conscientemente tanto el ritmo como la melodía (excepto hacia el final), y es tal vez por eso que está entre lo mejor del disco, además de ofrecer un fresco claro y dulce dado por panderetas y campanas acompañadas de percusiones mínimas y violín de fondo que de vez en cuando deja escapar una tímida y gentil melodía. El tono es muy gentil y amable, casi dulce. “Stellar” es casi la continuación del tema anterior, ya que también le escapa a la melodía y al ritmo, pero con una presencia mucho más notable del violín y la batería y un tono aún más relajado aunque menos dulzón. Casi como la sobremesa después de una cena feliz bajo las estrellas. “Lullabye For Christie” es la pieza más ambiental –y posiblemente la segunda mejor- del disco, casi como contemplar el mar de noche bajo un cielo despejado de estrellas brillantes (piensen en la tapa del álbum). Es ciertamente el fragmento más gentil y amable de un disco ya de por sí amable y gentil. Posiblemente la primera y la tercera canción sean las peores por buscar la canción más triste del mundo no a la luz de las estrellas y en el campo bajo la luz de la luna sino en ambientes más desesperados, insistentes, obvios y agotadores.

Dirty Three a diferencia de Tortoise, proviene de otra escuela del post.rock: sin excesivas pretensiones intelectuales, sin un fuerte componente rítmico, su música engaña y no parece ser una pieza de rock avant-garde, sino el simple lamento de alguien llorando en el fin del mundo.

Written by porlaverdad3

20/05/2009 at 18:56

A todos

En la pagina oficial del FBI alertaban sobre su accionar. Es un código para muchos secreto que en los últimos tiempos muestra como actuan los “Boylovers”.

La detención de tres argentinos acusados de integrar una banda que captaba menores para fotografiarlos, abusarlos y filmarlos mostró su peor cara y sacó a la luz un entramado siniestro que tenía lugar por varios barrios de la capital y el conurbano. Uno de los detenidos era incluso coordinador de viajes de egresados y se cree que mediante las distintas filmaciones y fotografías comercializaban todo ese material con distintas organizaciones de pedófilos.

El Movimiento Activista Pedófilo, referido por algunos partidarios como el movimiento del ‘amor hacia los niños’, es un movimiento social que abarca una variedad amplia de opiniones y aboga por la aceptación social de la atracción romántica de los adultos hacia los niños y por ciertos cambios en las leyes criminales y respuestas culturales que conciernen a la pedofilia.

Los “Boylovers” como se definen subían los videos e imágenes a distintas páginas de pedófilos a las que no todos pueden acceder. Las víctimas eran en su mayoría limpiavidrios y chicos en situación de calle, aunque también contactaban a menores a través de facebook, una de las redes sociales más grandes de Internet.

En Enero de 2008 una de las dependencias del FBI elaboró un informe sobre la pedofilia. En ella, se indican una serie de símbolos utilizados por pedófilos para ser identificados (ver ilustración adjunta). Los elementos que utilizan para identificarse son siempre compuestos por la unión de 2 similares, uno dentro del otro. El de forma mayor identifica al adulto, la parte menor al niño. La diferencia de tamaños entre ellos muestra una preferencia por niños mayores o menores en cuanto a la edad. Los hombres son triángulos, corazones de las mujeres. Los símbolos se encuentran en objetos como, monedas, joyas, anillos, colgantes, entre otros.

Los triángulos representan a los hombres que le gustan los niños (el detalle cruel es el triangulo más pequeño, que representa al hombre que le gustan los niños bien pequeños); el corazón son hombres (o mujeres) que gustan de niñas y la mariposa representa a quienes gustan de ambos, según el informe.

Estos datos fueron recogidos por el FBI durante varios allanamientos en domicilios de pedófilos. La idea de los triángulos concéntricos es la de una figura mayor envolviendo a una figura menor, dentro de una genialidad pervertida de un concepto gráfico. Existe un nivel mayor de crueldad, porque a esos seres les gusta exhibirse en códigos para otros, haciendo uso de esos símbolos en bijouterí, monedas, trofeos, adhesivos.

Una de las páginas con las que tenían contacto era “boylovers.net”, allí habría chats comprometedores para los detenidos. Así se comunincan y refuerzan sus contactos. A esas páginas solo se puede acceder tras una identificación y siendo miembro de la organización. Según un estudio de las autoridades españolas por día se crean unas 500 páginas de pornografía infantil. Al mismo tiempo también muchas son levantadas y prohibidas. Existen organizaciones que llegan a pagar 5000 euros por un video. En la argentina la tendencia va en aumento, afortunadamente esta vez los detuvieron.


¿No se dan cuenta que así lo único que logran es que la gente crea que ser paidófilo es ilegal? ¿Que impiden a personas con una sexualidad diferente poder decir «Sí, soy esto, ¿y qué?»? ¿Qué las discriminan, las aíslan y las torturan aún más? No se dan cuenta que igualando:

pedofilia = abuso infantil

pedófilo = pederasta

¿sólo hacen que sea cada vez más difícil admitir la propia sexualidad? No todos somos criminales. Sólo queremos expresarnos. Sólo eso pedimos. Dar nuestra opinión. Este blog es una opinión, no más que eso. Cuando escriben «banda de pedófilos», yo me pregunto… ¿cuándo en mi puta vida habré leído una noticia donde dijiera «banda de heterosexuales»? ¿Cuándo? ¿Nunca? Sólo hacen que esto sea más difícil, mucho más difícil, impidiéndole a la gente expresarse por temor, por temor a que la gente crea que por ser «paidófilo» uno es un pederasta, que abusa de niños, integrante de una «súper mega archi recontra red de pornografía infantil». Sólo lo hacen más difícil, hasta el cansancio, hasta las ganas de llorar, hasta el llanto, hasta el hastío, hasta las ganas de pegarles un tiro y hervirlos en aceite, hasta la desazón, hasta la desazón y esto que es una lágrima.

Gracias.

El momento más cruel del universo: la hora de elegir equipos en la clase de educación física

Creo que no hay momento más cruel, pero tampoco más definitorio, que sintetice mejor la vida, que cuando somos niños (este misma actividad en la adolescencia es aburrida porque ya aprendimos a socializarnos, por lo tanto, la inocencia y el desenfado de la niñez se pierde y esto pasa a ser un mero trámite, una actividad burocrática sin pasión ni consecuencias ni sentimientos ni nada. Todo es muchísimo más interesante y visceral cuando se es niño), la hora de elegir equipos en la clase de educación física/gimnasia.

A priori parecería ser una actividad democrática: dos, tres o cuatro alumnos al azar –elegidos por el profesor frecuentemente- escogen, teóricamente sin otras presiones que su propio deseo, a los que serán sus compañeros de equipo por el resto de la clase en el deporte que toque, ya sea fútbol, voley, handball o lo que sea. Cuatro “elegidos” escogen a los demás (pensándolo mejor no parece tan democrático).

Esta actividad es ante todo una muestra de lealtades. Digo esto porque siempre está la tentación de elegir a alguien que juegue bien, pero nos caiga mal o no lo conozcamos, antes que un amigo que sabemos que juega pésimo. Todo depende de la personalidad del “elegido”: si prefiere ganar o si antepone el juego con amigos (generalmente el primero es el que luego a la hora de hacer un trabajo práctico busca la compañía de los más inteligentes del curso). Algunos son capaces de dejar de lado a sus mejores compañeros de clase con tal de armarse un equipo hecho exclusivamente de los mega “deportistas” del curso (que siempre hay).

Las lealtades son puestas en juego. Un mejor amigo que no es escogido primero puede verse decepcionado o hasta traicionado, y surgen las comparaciones ¿lo escogió a mengano porque es mejor amigo que yo? Surgen las presiones también. El “escogido” deberá maniobrar entre una catarata de gritos y llamados para armar un grupo que lo satisfaga a la hora de jugar. Deberá decidir entre dos personas a las que quiere de formas iguales sabiendo que sin embargo no puede tener ambas. Sólo podemos imaginar –o intentar recordar- saber qué se siente ser el “escogido” encargado de de la difícil tarea de conformar un grupo que satisfaga a todos: al profesor, a sus amigos, a sus compañeros y a él mismo.

Es dificilísimo. No es nada fácil tener que elegir equipo en educación física. Hay tantas cosas que considerar, que sopesar, obviamente, podemos hacerlo todo a la ligera y no prestarle mucha atención a nuestras decisiones, pero las consecuencias pueden ser funestas (exagero. Pocas veces hay consecuencias perdurables cuando se es niño).

El momento más interesante es definitivamente el final. El momento crucial es cuando toca elegir a los que, inevitable y perennemente, quedan últimos. A los excluidos. Este momento es curiosísimo. Para empezar, yo era de los que siempre eran elegidos últimos. Recuerdo mi táctica: fingir que no me importaba. Que seguía ahí como si nada, como si no me hubiese enterado siquiera de que ya casi habían elegidos a todos los chicos. Esa era mi táctica. Conmigo quedaban los típicos: el “gordito”, el “molesto”, el “raro”. Yo era el “callado”, así que también quedaba último. Cada uno tenía su táctica diferente. El gordito siempre llamaba la atención y trataba de evitar a toda costa el fatal y, seguro, desenlace (había poco que pudiéramos hacer que nos evitara ser los patéticos y humillados últimos). A la mayoría de los que siempre debían encarar esta situación parecía no importarles. Jamás sabré si de verdad. (Me gustaría preguntarles ahora, “¿te molestaba que siempre te eligieran último en gimnasia? Parecías tan calmado. ¿Te molestaba?”) Si disimulaban lo hacían bastante bien. O tal vez sencillamente nunca fui bueno para observar a la gente (cosa mucho más probable).

También estaban los que, sin formar parte de los perennes últimos, quedaban en esa incómoda situación por una contingencia (después de todo, alguien, siempre, debe quedar último). Me pregunto cómo se habrá sentido para ellos formar parte, aunque sea por un suspiro, de los “excluidos”, de los de afuera. ¿Vergüenza, incomodidad tal vez? ¿Decepción por haber sido dejado atrás? Ellos sabían que no pertenecían a ese grupo, sin embargo, por un momento, se sintió casi partícipe de ellos, de su obvio fracaso.

Puede ser un momento de replanteos además. A alguien que pareciera estar en los estratos superiores o medios de la clase, pero que constante y regularmente es dejado último por sus compañeros, se le podrían replantear algunas cosas acerca de su verdadera influencia en el grupo. Tal vez es simplemente un hecho puntual (verbigracia, es gordo y totalmente incapaz de hacer amistad con el ejercicio físico), pero puede que no. Supongo que para este hipotético niño debería ser difícil ver que era dejado con un grupo al que –pensaba- no pertenecía, cuando se sentía –con seguridad y orgullo- amigo del rey.

¿Cómo reaccionaba el niño final, el postrero en la sucesión de nombres que gritaban los elegidos? ¿Corría hacia su flamante grupo con alegría de que, por fin, la tortura se había terminado? ¿O se arrastraba con la cabeza gacha sabiendo que la otra semana sería, con la rigidez y seguridad del tic-tac de un reloj, invariablemente igual?

Written by porlaverdad3

18/05/2009 at 01:09

Publicado en Miscelanea, Reflexiones

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Las únicas dos maneras que tiene un anti de ganar una discusión

Es sabido -y la evidencia empírica lo demuestra- que los únicos medios que tiene un anti de ganar una discusión es bien mediante la censura o bien a través del desprecio sistemático y deliberado de la razón y la lógica (algo así como el doble pensar de Orwell: saber que sabemos algo y no saber que sabemos algo cuand nos conviene, olvidarlo al instante para recordarlo según la ocasión. Sin embargo, pensándolo mejor creo que hay una diferencia fundamental y es que el doble pensar orwelliano no es deliberado, sino que está incorporado tan profundamente que es casi un acto reflejo. Aunque, pensándolo aún mejor, esa idea SÍ se parece mucho a la psiquis de los antis).
¿Se avergüenzan acaso de que un paidófilo demuestre con tantas pruebas y contundencia lo equivocado de sus opiniones y las falacias de su, pobre, pobrísimo, discurso? La única forma que tienen de ganar una discusión es censurándola, pero si se la deja continuar es evidente que sus pobres argumentos revestidos de odio (o mejor dicho, su patético odio revestido de «argumentos») cae por sí solo. Es evidente que si insultar y mentir estuviera prohibido y sólo se permitiera usar argumentos lógicos, su discurso se quedaría privado de su más fundamental pilar.

Aparte, supongo que la humillación de ver que alguien a quién odiás prueba la ridiculez de tus palabras de forma tan contundente debe ser muy humillante, así que es normal que un anti pedófilos quiera censurar los textos que demuestran cuán equivocados están.

La lógica para los antis es, digamos, un inconveniente.

STEVEN MCCOCK, NUESTRO AMIGO “CAZADOR” DE PEDÓFILOS, VUELVE DE SU EXPEDICIÓN A MONGOLIA

Por fin. Volvió. Y casi entero. Hubo pérdidas. Caídos. En la cacería. Amigos. Que tal vez. No puedan. Volver. A. Cazar.

Todos los detalles en una entrevista exclusiva a porlaverdad3:

Entrevistador (E): Buenas McCock, ¿Cómo se encuentra?

Steven McCock, cazador de pedófilos (MC): Todo bien, gracias gracias.

E: Así que por fin volvió de su peligrosa cacería en las estepas mongolas. ¿Cómo salió todo? Me contaron que hubo bajas.

MC: Bueno. Sí, más o menos. Yo estoy de lo más bien, pasa que a un amigo lo agarró la gripe porcina.

E: Oh NO.

MC: Sí, verdaderamente lamentable. El día anterior por la noche habíamos estado buscando pedófilos en un bar en los suburbios de Ulan-Bator [capital de Mongolia], mientras nos tomábamos unas copillas y hablábamos con putas le preguntábamos a la gente si habían visto a algún pedófilo por ahí. No tuvimos suerte y algunos nos insultaron, obviamente sin mala intención.

E: Por supuesto.

MC: No encontramos ningún pedófilo pero si varias putas que nos las llevamos al hotel para que nos ayuden a buscar pedófilos debajo de las camas. Muy buena gente las putas mongolas, lástima que no se les entendía una mierda cuando hablaban, así que ni les pagamos lol.

E: Me estaba contando que a un amigo le agarró la gripe porcina…

MC: Ah, sí, por eso. Al parecer las putas eran cómplices de una organización internacional secreta de pedófilos que estaba enterada de nuestra visita. Parece que los pedos las convencieron para que inyectaran a nuestro amigo mientras dormía, luego de una larga jornada de caza, con este virus de mierda.

E: Una desgracia

MC: Sí… cuando fuimos al aeropuerto no lo querían dejar salir del país sin antes hacer una cuarentena. Todavía está ahí, en Ulan-no-sé-cuánto, haciendo la cuarentena como un pelotudo. Jejeje, nosotros no fuimos a la mierda y lo dejamos ahí.

E: Todo sea por el bien de la causa.

MC: Por supuesto. No nos podemos arriesgar a tener un compañero con gripe porcina

E: ¿Utilizaron nuevos métodos de caza?

MC: Bueno, nuevos métodos no, nuevo material se podría decir. Estuvimos bajando como locos acá en el Ares antes de irnos a Mongolia JAJAJAJAJA.

E: ¿Bajando?

MC: Sí, nuevos materiales de caza, traídos de Rusia y Alemania y explicados por pendejitos de 7 años con “el culo goloso” como nos gusta bromear con nuestros compañeros JAJAJAJAAJSJDSAJDFASJDFSFFFFFFFOOOOOOJFCVCSFJSDF

E: ¿Funcionaron?

MC: Pasa que soy un pelotudo y me olvidé la notebook en casa.

E: Qué mal.

MC: Sí, bueh, no importa, igual, siempre es mejor conseguir este nuevo material para las cacerías desde cybers o locutorios. La gente al parecer es muy recelosa con los medios que tiene un CAZA PEDÓFILOS como yo a la hora de la cacería.

E: ¿Próximo objetivo?

MC: El amazonas. Refugio de pedófilos número 1 en toda América del Sur. Se esconden en lo más profundo de la selva.

E: ¿Ya la está preparando a la expedición?

MC: Por supuesto. Lo primero que hice cuando llegué a casa fue abrir el Ares.

E: Bueno, lo dejamos. Y esperamos que su amigo no esté muerto de gripe porcina.

MC: Sí, qué sé yo.

Para leer la entrevista previa: https://porlaverdad3.wordpress.com/2009/02/18/entrevista-exclusiva-a-un-caza-pedofilos/

Curioso razonamiento

If you download movies for free, you’re hurting the movie industry.
If you download games for free, you’re hurting the game industry.
If you download child porn for free, you’re helping the child porn industry?

Si descargás películas gratis, perjudicás a la industria cinematográfica

Si descargás juegos grátis, perjudicás a la industria de los videojuegos

Si descargás pornografía infantil gratis, ¿ayudás a la industria de la pornografía?

¿Cómo reaccionarías si tu mejor amigo te confesara que es paedófilo?

Es sabido que una de las mayores y más dolorosas dificultades de ser quienes somos es no poder decírselo a nadie. Tener que vivirlo como un secreto que se guarda bien adentro y cuyas consecuencias en caso de que se descubriera sólo podemos imaginar. Y esto por la sencilla razón de que la sociedad no está preparada. La gente cree que ser pedófilo significa abusar de niños y hasta que esa idea no se cambie dudo de que se pueda avanzar demasiado. Si algunos gays, lesbianas o travestis todavía son discriminados por “salir del closet”, entonces imagínense lo que debe ser para un paedófilo. Uno de los objetivos del activismo paedófilo es justamente ese: que cada uno pueda expresar y sentirse orgulloso de su sexualidad sin que por eso nadie tenga el más mínimo derecho a discriminarlo. Hay relatos de médicos de cabecera de toda la vida, que cuando su paciente le dijo que lo que era para que lo ayude, fueron rechazados y se les negó atención. Existen paedófilos que “salieron del closet” (que por cierto, en el inglés el equivalente paedófilo de la expresión es “to come out of the toybox”, algo así, literalmente, como “salir de la caja de juguetes”, lo cual, obviamente, es impronunciable y medio ridículo en castellano, pero es una muestra más de que el de Shakespeare es un idioma infinitamente versátil y que da para todo), ¿pero cuántos? ¿Y a qué costo? ¿Al costo de ser considerado un enfermo o un degenerado que no puede estar cerca de niños? ¿Al costo de que la gente hable a las espaldas de uno? Ya ser gay es difícil, entonces imagínense.

Por supuesto, Internet hizo todo esto mucho más relativo. Hoy en día es sencillo contactar con otra gente y saber que uno no está solo. Como dijo alguien, tal vez el pedófilo de antes creía que estaba “mal” ser lo que uno es, pero el de ahora sabe que no, que mientras uno no le haga daño a nadie, ninguna persona tiene derecho alguno a decir que está “mal” ser uno. Sin embargo, Internet aunque es muy útil, no remplaza el saber que uno no se lo puede confesar a sus amigos, a su familia, al amigo de toda la vida, aquel que sabe todo acerca de nosotros, todo excepto ese pequeño detalle. Esto es especialmente doloroso en la adolescencia que, justamente, es cuando la gran mayoría descubre que es paedófilo. Todo el mundo tiene la necesidad de expresarse y de estar con otros que sean como uno y que compartan gustos y sentimientos, es lo más natural y normal del mundo.

Ahora bien, yo me pregunto, o les pregunto, a aquellos antis, o a aquellos que no son paedófilos, ¿qué harían si su mejor amigo les confesara que es paedófilo? ¿Cambiaría en algo esa revelación la opinión que tienen de la persona que los acompañó toda la vida? ¿A partir del momento en que se realiza la confesión, eso significa que la otra persona es una persona diferente, mejor o peor, que con la que hace diez minutos reían y bromeaban? ¿Verdaderamente creen eso? ¿Cambia en algo a una persona su sexualidad? ¿Si creían, o mejor dicho, sabían, que su mejor amigo era una excelente persona, cambia mínimamente esa opinión o creencia el hecho de que sea paedófilo? ¿Cambia en algo el amor? Y no, no estoy hablando de violadores/abusadores, sino de simples paedófilos.

Me parece que la mayor razón del odio de los anti.pedófilos es su incapacidad para ponerse en el lugar del otro (de hecho, creo que el odio de todos los grupos sociales/raciales/religiosos/políticos/de lo que sea -desde los nazis hasta los racistas- viene de la incapacidad de ponerse en el lugar del otro, capacidad conocida con el hombre de empatía). El creer que ellos y su mundo son invulnerables a ““la amenaza pedófila”” (sin ponerse a pensar que, para empezar, sólo tuvieron la “suerte” de haber nacido con una sexualidad considerada “aceptable”, pero esto por pura casualidad ya que perfectamente podrían haber sido paedófilos y nadie ni nada –ni ellos mismo- pudo haberlo detenido). A todos ellos, les pregunto:

¿Qué harían?

¿Y si fuera su hermano?

¿Aquella persona a la que admiran?

¿Y si fuera su hijo el que les confesara que es pedófilo? ¿Cambiaría en algo su amor? ¿Lo discriminarían, insultarían y degradarían o lo ayudarían, tratando de comprenderlo y aceptarlo?

¿O todavía siguen creyendo en el “juzguemos a los otros, total, esto nunca me va a pasar”?

¿Matarías a un ser humano por dinero?

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¿Matarías a un ser humano por dinero?

Nuevas lecturas de Morning Glory –de quién ya hablé en un post no tan lejano- me llevan a confirmar lo que ya sospechaba: su estatus de clásico. O por lo menos de obra maestra. Especialmente por una frase, que es, tal vez, la más brutal del más brutal de los comics.

Would you kill a man for a million dolars?” pregunta sonriente –como todos los personajes de la historieta- un hombrecito. “¿Matarías a un ser humano por dinero?” es la terrible pregunta que se hace el autor. Sin grandilocuencia, sin palabrería, sólo una frase, una pregunta al aire. Y en una especie de contexto totalmente onírico, algo que parece un bebé gigante le responde: “Are you ready for the new solution?”. Una bomba atómica camuflada con una sonrisa.

Written by porlaverdad3

05/05/2009 at 20:09

¿Y sabés qué es lo mejor?

y-sabes-que-es-lo-mejor

-Esto será un nuevo comienzo

– ¿Y sabes qué es lo mejor? Que hemos hecho algo bueno para los niños.

Written by porlaverdad3

03/05/2009 at 19:53

Publicado en Arte, Reflexiones

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